Sociedad de Pediatría de Atención Primaria de Extremadura

Lo que el dolor abdominal esconde: una invaginación intestinal… y algo más

V.P. Silvero Enríquez(1); M.M. Casero González(1); R. Espejo Moreno(1); M.C. Vicho González ; M.D.C. Prieto Zazo ; M.D.L.Á. Expósito Expósito; T. Fernández Martínez ; L. Santiago Arribas ; I. Ordóñez Medina(2).
(1) Servicio de Pediatría, Hospital Materno Infantil de Badajoz.
(2) Pediatra, Centro de Salud de Oliva de la Frontera. Badajoz

Se estima que el dolor abdominal de larga evolución supone hasta un 20% de las consultas en pediatría de AP, extendiendo un amplio abanico de posibilidades diagnósticas entre trastornos orgánicos y funcionales.

Presentamos el caso de un varón de 4 años, sin antecedentes, y adecuado desarrollo pónderoestatural, en seguimiento por paroxismos de dolor abdominal, de corta duración de 2 meses de evolución, sin fiebre, vómitos ni cambios en deposiciones. No pérdida de peso. Presenta palidez mucocutánea, abdomen globuloso y timpanizado, doloroso de forma difusa a la palpación. El hemograma revela una anemia discreta (Hb 10’9 g/dL). Se realiza ecografía abdominal encontrándose el paciente asintomático, observándose una invaginación íleo-ileal sin compromiso vascular; se repite una hora después, comprobándose su resolución espontánea, sin clínica durante el estudio.

Se amplía estudio, objetivándose ferropenia y serología celíaca positiva (anticuerpos antitransglutaminasa tisular IgA > 128 UI/mL y antiendomisio positivos, con IgA total normal), con positividad para HLA-DQ2. La biopsia duodenal evidencia un estadío Marsh 3b-3c. Se instauró dieta exenta de gluten, con desaparición de los síntomas.

Cada vez se pone más de manifiesto la heterogeneicidad clínica de la enfermedad celíaca, que condiciona su infradiagnóstico en sus formas latentes y silentes. Junto a la forma clásica de presentación, debemos incluir las formas atípicas, entre las que incluimos la invaginación intestinal. Se postula que su origen radica en una alteración de la peristalsis. Esta asociación, previamente descrita en adultos, cuenta aún con pocos casos reportados en la infancia, constituyendo un hecho a valorar en nuestra práctica clínica.