Alimentación y Nutrición en el niño y adolescente
El pasado 11 de Marzo celebramos en Mérida nuestro encuentro regional anual con una Mesa Redonda que trató diversos aspectos de la “Alimentación y Nutrición en la Infancia y Adolescencia”.
Una buena nutrición es básica para conseguir un óptimo crecimiento y un desarrollo saludable del niño en cualquier etapa de su vida.
En muchos aspectos, nuestros niños y adolescentes nunca han estado tan sanos como en la actualidad; las posibilidades de alcanzar una época adulta sana y productiva es mucho mayor que en generaciones pasadas, y una nutrición adecuada con alimentos suficientes y de calidad está al alcance de la mayoría.
Aún así, existen serios problemas relacionados con la dieta, tanto por exceso como por defecto: la obesidad, los trastornos del comportamiento alimentario y, aunque infrecuentes, algunos casos de malnutrición primaria con retraso del crecimiento por ingesta insuficiente de nutrientes, como las que pueden ser debidas al miedo a la obesidad y/o la hipercolesterolemia.
De otro lado, se sabe que la alimentación durante la infancia puede tener una influencia importante en la salud del adulto; de ahí el papel que la nutrición puede tener en relación con la prevención y la aparición o no de determinadas enfermedades, como la caries dental, la obesidad, la enfermedad coronaria y la hipertensión arterial, el cáncer o la osteoporosis. Las consecuencias a largo plazo de una alimentación inadecuada pueden derivarse tanto de la cantidad como de la calidad de los distintos nutrientes consumidos, pero también de las actitudes y comportamientos generados por los padres y la sociedad en que vivimos en lo referente al proceso de comer y a los componentes de la dieta.
Los niños adquieren sus hábitos alimentarios muy precozmente y están sujetos a numerosas influencias procedentes, sobre todo, de la familia, de sus hábitos y comportamientos (en relación con factores sociales, económicos y culturales; de ahí la importancia que puedan tener los patrones de alimentación familiares, si los padres comen en casa con sus hijos, . . . . ), de la escuela (por imitación de lo que hacen sus pares de la misma edad), y también de la publicidad y la televisión, que pueden tener una gran influencia sobre la conducta alimentaria del niño.
Además, la nutrición en el niño es un proceso que puede ser vulnerable debido a necesidades biológicas cambiantes a lo largo de los distintos períodos de la infancia. Aunque el crecimiento es un proceso continuo que se prolonga hasta el final de la adolescencia, el ritmo o velocidad varía a lo largo de la edad infantil, pudiéndose separar tres periodos bien diferenciados:
a) el periodo de crecimiento rápido de la primera infancia;
b) el periodo de crecimiento estable, lento y uniforme, de la edad preescolar y escolar;
c) y la fase de aceleración del crecimiento propio de la adolescencia.
El conocimiento de los requerimientos nutricionales en cada uno de estos periodos del crecimiento y en diferentes condiciones ambientales constituyen la base teórica indispensable para determinar la alimentación ideal de un niño.
El pediatra de Atención primaria es el encargado de velar por las mejores condiciones de salud del ser humano en su período de crecimiento; su proximidad al entorno familiar y social del niño le permiten influir en sus hábitos. Todo ello hace que la nutrición y alimentación del niño sea uno de sus quehaceres fundamentales: Haciendo educación para la salud, dando consejos sobre nutrición desde, incluso, antes del nacimiento (con la alimentación de la embarazada); Haciendo un seguimiento nutricional para prevenir malos hábitos alimentarios individuales y vigilancia dietética de la familia o en la escuela; Evitando factores de riesgo de enfermedades adultas, que se relacionan con la nutrición y hábitos alimentarios desde la infancia; Y con el cuidado de enfermedades relacionadas con la alimentación, como la obesidad o los trastornos del comportamiento alimentario.
Y sin embargo, nuestros conocimientos sobre nutrición son a veces escasos, no son tenidos en cuenta en el periodo de formación de la especialidad y hay falta de motivación por actualizarse en éste campo, falta tiempo en nuestra labor asistencial y, en ocasiones también, confianza en la habilidad propia para dar consejos y hacer educación sanitaria a la familia y a la comunidad. Aún así, ninguna otra actividad sanitaria engloba mejor las funciones del pediatra de atención primaria en su objetivo de promoción y cuidados de la salud del niño.
Juan J. Morell Bernabé
Presidente de la Sección de
Pediatría Extrahospitalaria de Badajoz